sábado, 21 de marzo de 2020

Semana 1

Querido diario:

Ya llevo una semana en confinamiento (como suena…) y he descubierto que me he vuelto una hipocondríaca de primera. Cada síntoma al que antes no darías ninguna importancia ahora te puede quitar el sueño. Ya he llamado al teléfono de ayuda y me he autoevaluado con una app específica para el coronavirus de la Comunidad de Madrid. Cada nuevo día que me levanto lo tacho cual preso en el calendario de la cocina, ya que el periodo de incubación de esto dicen que es de 5 a 14 días… ya queda menos para llegar a la quincena…

La verdad es que me he creado una rutina y estoy llevando esto del encierro bastante bien. Después de mi ritual para comenzar el día, que empieza como termina, es decir… poniéndome el termómetro… a trabajar. En el trabajo estamos a tope y suelo terminar tarde y para entonces ya ha pasado gran parte del día. Luego a cambiarme de ropa y al salón a hacer deporte con las cientos de propuestas que hay. Al final no voy a echar de menos el gimnasio (sí a los runners). La verdad es que echo de menos a mucha gente, sobre todo a mi familia con la que hablo todas las tardes y así veo las ocurrencias de mi peque. El club del pin también está en mis pensamientos e intentamos hacer videoconferencia para vernos y saber que estamos bien.

A las 8 toca salir a aplaudir, no solo a los sanitarios, cajeros, limpiadores, cuerpos de seguridad y demás currantes que se están dejando en ocasiones la vida porque salgamos de esta, sino también por aquellos que hacemos caso a lo que nos dicen y nos quedamos en casa. Porque esa es la forma que tenemos de aportar nuestro granito de arena en esto que el Gobierno califica de guerra. Responsabilidad y solidaridad. No pide nada… 

De fuera llegan noticias tristes. Ya vamos por más de mil muertos en España y la curva de contagios es cada vez más puntiaguda… Yo sigo en casa lavándome las manos, que las tengo agrietadas de tanto hacerlo.

Apenas salgo, pues por mis síntomas no sé si puedo ser un peligro andante, así que tengo un ángel de la guarda que me ayuda a llenar la despensa y yo solo bajo a la calle cuando es imposible cruzarme con nadie para tirar la basura. En este cometido he descubierto lo bien que me viene seguir teniendo elasticidad para abrir con los pies las puertas y no tocar NADA!!!

Estos días muchas canciones me recuerdan a esta situación de la que espero que salgamos con una lección y que cada vez creo más que es una venganza de la Madre Naturaleza, quien, mientras tiene a los humanos cerrados a lo largo del planeta, ella está siendo desentubada. 

Te dejo la que me ha rondado hoy la cabeza… porque saldremos de esta, con bajas, eso sí... Ahora voy a llorar mientras aplaudo por la ventana… 







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