sábado, 28 de marzo de 2020

Semana 2

Querido diario:

Segunda semana de encierro y lo que te rondaré morena.., porque por lo menos nos quedan otras dos semanas más en casa, hasta que empiece a bajar la maldita curva.

El otro día meditando tumbada en el suelo del salón mientras seguía una clase de yoga por Instagram, tuve la sensación de estar en un capítulo de “Black Mirror”, concretamente el segundo de la primera temporada. Ese en el que vivían en una habitación y se dedicaban a pedalear para generar energía y méritos. En este caso, el mérito es quedarte en casa y el premio no acabar infectado. De película de terror o videojuego...

Como me encuentro mejor y creo que ya he guardado la cuarentena en el caso en el que tuviera el bicho (bueno esto es un decir porque aquí cada uno te dice una cosa), el viernes viví la experiencia de ir a comprar. Antes de entrar te tienes que preparar como si fueras a un quirófano: desinfectar manos y poner guantes con los que haces la compra, procurando no cruzarte a nadie por los pasillos. Desafortunadamente a las horas a las que fui ya quedaba poco donde elegir. “Los juegos del hambre” fue otra peli que me vino a la memoria en ese momento. La de “Contagio” por descontado, desde que empezaron a llegar las noticias de China...

Y luego está el protocolo de llegada a casa: no tocar nada, lavado de manos, vaciado y desinfección de carro de la compra, lavado de manos, desinfección de pomos y llaves, lavado de manos, desinfección de teléfono móvil, lavado de manos, desinfección de la compra, lavado de manos, desinfección de zapatos, lavado de manos y finalmente desnudarse, meter la ropa en la lavadora y a la ducha directa. Estrés es poco...

Así pasa, que, como si fuera Lady Macbeth, de tanto lavar las manos, al final del día parecen de un extra de “The walking dead”. Menos mal que la vaselina que compré para las rozaduras cuando hice el Camino ha venido al rescate.

Cada vez que me acuesto pienso que vuelvo a la rutina, que el despertador volverá a sonar a las 5:40 y después de trabajar iré al gimnasio, a correr, a clase, a mis cañas runneras de los viernes... Pero no... me siento en mi despacho y el resto del día transcurre en casa...

Solo respiro cuando salgo a la ventana a aplaudir por las tardes y no mucho, que el maldito virus se queda en aerosoles y a ver si va a toser algún vecino...

Estamos escalando la curva de contagios y es muy dramático. Ya nos lo dijeron los del Gobierno: esta semana va a ser la peor. La verdad es que yo no les creo nada y cada día es una nueva cagada. Mientras, los hospitales rebosan y los sanitarios, sin protección porque no les llega, se enfrentan al virus a porta gayola. Casi alcanzamos los 6.000 muertos y más de 72.000 personas contagiadas.

Con estas cifras el Gobierno decidió esta semana ampliar el plazo de Estado de Alarma y que sigamos confinados. Mientras, fuera se libra una guerra contra un jodido virus que está mermando a la población mundial y que va a vencer la solidaridad. Porque si no es por la gente, esto no se para... La gente cose mascarillas, imprime pantallas de proyección y se organizan miles de actos para recaudar dinero para proteger a nuestros héroes, ya que nuestros políticos no hacen mucho por ellos... People have the power, que canta Patti Smith. O como ha dicho el Papa Francisco “nadie se salva solo”.

Por el WhatsApp llega de todo y, junto a vídeos de situaciones reales, parodias y memes, llegan muchos bulos y noticias y gráficos que asustan.

De hecho, estoy dejando de ver las noticias para que no crezca mi ansiedad y centrarme en la música y los directos de Instagram.

Hablando de música... hoy también me despido con ella. Esta semana se dio a conocer esta canción, a ver si te gusta...


https://youtu.be/fj4vTobOSkk






sábado, 21 de marzo de 2020

Semana 1

Querido diario:

Ya llevo una semana en confinamiento (como suena…) y he descubierto que me he vuelto una hipocondríaca de primera. Cada síntoma al que antes no darías ninguna importancia ahora te puede quitar el sueño. Ya he llamado al teléfono de ayuda y me he autoevaluado con una app específica para el coronavirus de la Comunidad de Madrid. Cada nuevo día que me levanto lo tacho cual preso en el calendario de la cocina, ya que el periodo de incubación de esto dicen que es de 5 a 14 días… ya queda menos para llegar a la quincena…

La verdad es que me he creado una rutina y estoy llevando esto del encierro bastante bien. Después de mi ritual para comenzar el día, que empieza como termina, es decir… poniéndome el termómetro… a trabajar. En el trabajo estamos a tope y suelo terminar tarde y para entonces ya ha pasado gran parte del día. Luego a cambiarme de ropa y al salón a hacer deporte con las cientos de propuestas que hay. Al final no voy a echar de menos el gimnasio (sí a los runners). La verdad es que echo de menos a mucha gente, sobre todo a mi familia con la que hablo todas las tardes y así veo las ocurrencias de mi peque. El club del pin también está en mis pensamientos e intentamos hacer videoconferencia para vernos y saber que estamos bien.

A las 8 toca salir a aplaudir, no solo a los sanitarios, cajeros, limpiadores, cuerpos de seguridad y demás currantes que se están dejando en ocasiones la vida porque salgamos de esta, sino también por aquellos que hacemos caso a lo que nos dicen y nos quedamos en casa. Porque esa es la forma que tenemos de aportar nuestro granito de arena en esto que el Gobierno califica de guerra. Responsabilidad y solidaridad. No pide nada… 

De fuera llegan noticias tristes. Ya vamos por más de mil muertos en España y la curva de contagios es cada vez más puntiaguda… Yo sigo en casa lavándome las manos, que las tengo agrietadas de tanto hacerlo.

Apenas salgo, pues por mis síntomas no sé si puedo ser un peligro andante, así que tengo un ángel de la guarda que me ayuda a llenar la despensa y yo solo bajo a la calle cuando es imposible cruzarme con nadie para tirar la basura. En este cometido he descubierto lo bien que me viene seguir teniendo elasticidad para abrir con los pies las puertas y no tocar NADA!!!

Estos días muchas canciones me recuerdan a esta situación de la que espero que salgamos con una lección y que cada vez creo más que es una venganza de la Madre Naturaleza, quien, mientras tiene a los humanos cerrados a lo largo del planeta, ella está siendo desentubada. 

Te dejo la que me ha rondado hoy la cabeza… porque saldremos de esta, con bajas, eso sí... Ahora voy a llorar mientras aplaudo por la ventana… 







martes, 17 de marzo de 2020

Una lección de vida

Mientras comienzo a escribir estas líneas, el cuerpo me dice que algo no anda bien. Una mezcla entre preocupación y ansiedad... De fondo, el cantante del grupo Miss Cafeína da a través de su Instagram una especie de mini concierto. Es una de las cientos de iniciativas que se están realizando para hacernos más pasajero este encierro al que nos somete un virus de origen chino.

Todo vale para que en esta cuarentena no se nos caiga la casa encima, pues todo apunta a que va a ser larga... Conciertos gratuitos, festivales de música, sesiones de poesía, obras de teatro, visitas virtuales a museos, películas, cursos de todo tipo, tablas de ejercicios y meditación, cuenta cuentos, revistas... lo importante es estar entretenido y tener la cabeza ocupada en un tiempo que muchos, como es mi caso, pasamos a solas, y es difícil no derramar alguna lágrima. Las redes sociales están siendo las grandes aliadas.

En estos casos, salvo zopencos y zopencas que siempre hay, los españoles nos crecemos en las situaciones difíciles y tiramos de solidaridad. Prueba de ello es la plataforma “Todo saldrá bien”, creada para solventar las necesidades de aquellos que lo tienen más difícil en esta guerra contra un bicho con un nombre muy real que está dejando muchas vidas menos por donde pasa. Y también hay algún amigo o vecino que está ahí. Lo cual se agradece.

Asistimos atónitos a un cambio radical en nuestras vidas. Digno de los guiones de todas esas películas apocalípticas que, desde que empecé a tener noticias de este virus, he ido repasando en mi cabeza. Los programas se graban sin público y sin apenas equipo, los programas de radio se hacen por Instagram, gran parte de las empresas cierran y muchas imponen el teletrabajo, las reuniones ahora son por Skype, las clases son a distancia, todo está cerrado (incluso nuestras fronteras) y hay un protocolo de seguridad para ir a comprar al súper... ¿Nos habrá castigado Gaia por el mal que le estamos haciendo?...

Ya no nos abrazamos, ni besamos, ni siquiera con el codo o el pie y, si sales a la calle, tenemos que mantener una distancia social de seguridad de al menos metro y medio, pues al bicho chino le encanta saltar de persona en persona. Menos mal que están las videoconferencias, y las cenas con nuestros amigos o la familia las hacemos cada uno confinado en su casa.

Este virus nos ha cambiado las vidas y, sobre todo, nuestra mentalidad. Hemos pasado del “no me da la vida” a “espero que me de mucho y más para estar con todos aquellos a los que tanto echamos de menos durante estos días”. Porque este coronavirus nos ha enseñado a apreciar a nuestra familia y amigos y aprender a centrarnos en nosotros y en nuestra salud. Estando bien, cuidándonos, alimentándonos y pensando en nosotros y los que nos rodean, no tenemos nada que temer. Al parecer ese es el juego: cuidarte tú para cuidar del resto. Algo a lo que la vida que llevábamos no nos tenía acostumbrados, pues siempre había algo por encima. Capitalism rules...

Pero ahora estamos parados de seco, redescubriéndonos a nosotros y, si estáis con alguien, a ese compañero o compañera de encierro, pues estas situaciones son decisivas (al parecer en China, finalizado el encierro, aumentaron los divorcios). Este virus nos hace pensar que el egocentrismo no va a ningún lado, pero la solidaridad sí y empieza por seguir las normas que se nos van marcando. Solo así podremos salir de ésta. Ya habrá tiempo para paseos, para entrenos, para carreras, para cañas, pero, sobre todo, para abrazos fuertes sin distancia, que es lo que, por mi parte, más echo de menos. Salud!